Aunque a menudo se discute mucho sobre precios y tendencias del mercado, mi recomendación a los clientes es que den prioridad al gusto personal a la hora de comprar. El verdadero valor de un coche clásico no se mide en términos económicos, sino en la alegría y la satisfacción que proporciona: las "sonrisas por kilómetro", por así decirlo. Además, los coches clásicos sirven como conducto a una comunidad única, que le conecta con personas de ideas afines. El atractivo mundial de los coches de colección es innegable: son admirados y apreciados universalmente. No importa en qué parte del mundo se encuentre, es probable que encuentre entusiastas que compartan su pasión por los coches.
Como amante de los coches clásicos, me considero más un coleccionista que un vendedor. Normalmente, los coleccionistas prefieren conservar sus coches a venderlos, y vender no es mi fuerte. Por eso sólo vendo coches clásicos que hemos restaurado en nuestro taller o que llevan mucho tiempo en nuestro programa de mantenimiento. Conocemos muy bien estos coches y confiamos en su calidad, así que nos aseguramos de vender sólo los mejores.